Fuegos de articifio, con su generosa ración de ruido y de humo y entretenidos y bonitos mientras duran, pero que dan paso, una vez que se han acabado al más completo vacío. Esa es la sensación que deja Mi gran noche, la última película de Álex de la Iglesia. Se trata este de un filme compuesto por un conjunto de tramas separadas, que se entrecruzan en la grabación de un especial de Nochevieja y que producen un gran carnaval, un tiovivo de movimiento continuo que desaparece en el momento en el que se detiene.
Porque Mi gran noche es una película entretenida, que es lo que se esperaba de ella. A ratos, incluso, es divertida. Pero, desde luego, queda muy lejos de los mejores trabajos de De la Iglesia, El día de la Bestia y La comunidad. Ni siquiera llega a la altura de Las brujas de Zugarramurdi, que tenía la ventaja de contar con una línea argumental más concreta y con Carmen Maura. Y no es una cuestión tanto del trabajo de dirección, porque el trabajo con la cámara es formidable, la película tiene muchísimo ritmo y el director sabe exprimir al máximo ese espacio metatelevisivo en el que tiene lugar su película. El problema es, más bien, de guion.
Hay demasiadas tramas para una película de hora y media. Algunas de ellas están bien, como la del gafe y Pepón Nieto o la de Raphael, pero otras parece que están metidas con calzador (la de Santiago Segura como productor sin escrúpulos) o están poco desarrolladas (la de Carolina Bang y Hugo Silva como presentadores). La del semen protagonizada por Mario Casas y Enrique Villén es, directamente, de mal gusto y rancia, más propia del destape que de 2015.
Así, la película descansa, sobre todo, en sus personajes y en sus actores. El reparto contiene a un gran número de nombres del cine español, y todos o casi todos ellos están muy bien. Destacan Mario Casas, de nuevo sorprendiendo con esa vis cómica (grandioso el momento del ‘Bombero’); Pepón Nieto, que hace su papel de hombre corriente como nadie y se compenetra a la perfección con una sorprendente y acertadísima Blanca Suárez; Terele Pávez, que es la única que consigue arrancar una verdadera carcajada; y los tres protagonistas de la trama de «Alphonso»: Carlos Areces, Jaime Ordóñez y Raphael. Areces puede con lo que le echen, y saca adelante a ese complicado hijo de Alphonso; Jaime Ordóñez se lleva la palma con esa loco de las canciones de Raphael y se luce especialmente en el momento en el que canta Mi gran noche, aunque su interpretación es, probablemente, la más ocmpleja de la película; y es todo un puntazo, hay que reconocerlo, ver a Raphael tomándose a sí mismo con humor y protagonizando escenas como la de: «No conozco a ningún Julio Iglesias».
No obstante, lo cierto es que la película está resumida en el tráiler, y ese hecho habla por sí solo. Mi gran noche es, en definitiva, una opción cinematográfica tan entretenida y alocada como intrascendente y vacía.